Que el nombre venerado del autor de mis días, cuyo recuerdo no han sido parte a debilitar en mi alma el transcurso del tiempo ni las vicisitudes de la vida; cuyo noble carácter y generoso corazón amo más y comprendo mejor hoy, que cuando, joven, recibía sus lecciones y me nutría con su ejemplo, quede inscrito en la portada de este libro.

    Su sombra bendita me ha acompañado frecuentemente en mis silenciosas veladas, y más de una vez he experimentado íntima fruición, al ver que yo pensaba y sentía como sintió y pensó el levantado espíritu que un día animara a ese muerto querido; y mi alma se ha estremecido al eco lejano de su alentador aplauso, que llegaba hasta mí desde el fondo de una tumba treinta años ya cerrada.

    A su santa memoria consagro, pues, esas ideas y sentimientos, que viven y palpitan en las páginas de este volumen.
            
                         Lima, Junio 20 de 1889.
De la portada del libro
Obras Literarias de
Ricardo Rossel Sirot